El ex secretario general del PSOE de Madrid Juan LobatoEFE
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La declaración del ex líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato, ha puesto el foco en la maniobra presuntamente tejida en Moncloa contra el novio de Isabel Díaz Ayuso para perjudicarla
La carpeta blanca con el logotipo del PSOE en rojo que, ayer, portaba el ex líder de los socialistas madrileños en su cita con el Supremo, era una declaración de intenciones. Juan Lobato comparecía ante el juez Ángel Hurtado, instructor de la causa que se sigue contra el fiscal general del Estado por una presunta revelación de secretos del novio de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y lo hacía para salpicar al Gobierno de su partido en un asunto impropio de una democracia.
La carpeta envolvía una copia de las actas del notario al que Lobato asistió (tras el registro del despacho del fiscal general del Estado) para dejar constancia de la maniobra tejida en Moncloa contra una rival política, pero las actas estaban «desordenadas» e «incompletas». De ahí que, sobre la marcha, el juez Hurtado, a petición de una de las partes personadas en la causa –el abogado de la Asociación Profesional e Independiente de Fiscales (APIF) y ex fiscal, Juan Antonio Frago–, ordenase el duplicado del móvil del ex secretario general de los socialistas de Madrid.
Y es que en la primera de las capturas recogidas en el documento público entregado al notario, y a su vez al juez, la que contiene un mensaje «reenviado», como puede verse en la cabecera de la imagen, consta como referencia una fecha expresa, el 14 de marzo, de tal manera que «queda claro que hay mensajes anteriores», apuntan fuentes judicial a El Debate, en esa conversación mantenida entre el propio Lobato y la jefa de Gabinete del ministro de Transformación Digital Oscar López, Pilar Sánchez Acera.
Lobato aseguraba ante el magistrado Hurtado y a preguntas de las acusaciones que eran «cosas entre ellos» que no guardaban relación alguna con el asunto de la carta del abogado del novio de Díaz Ayuso con el fiscal. Sin embargo, las partes personadas insistieron en este detalle. Hay «algo anterior» a ese pantallazo de Sánchez Acera enviando un documento confidencial en esa cadena de mensajes que, quizás, «se esté ocultando» porque contenga información clave para las pesquisas. De ahí que el juez decretase el volcado y una copia inmediata del terminal de Lobato.
Es, precisamente, el móvil de esta última, jefa de Gabinete del actual ministro Oscar López –anteriormente, a su vez, jefe de Gabinete de Pedro Sánchez en Moncloa– el otro dispositivo que está bajo la lupa del Supremo. El Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) solicitaba apenas dos horas después de la declaración de Lobato que se imputase a la alto cargo, según ha podido confirmar El Debate, por el mismo presunto delito de revelación de secretos por el que ya están imputados el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y la fiscal provincial de Madrid, Pilar Rodríguez.
No en vano, y según apuntaban a este diario fuentes próximas al procedimiento, el mero hecho de que Sánchez Acera compartiese con un tercero, Lobato, el documento de un particular protegido por el deber de secreto de los pactos de conformidad con la Fiscalía, ya es, en sí mismo, «plenamente constitutivo de un ilícito penal previsto en el artículo 197 del Código Penal».
Ahora corresponderá al juez Hurtado decidir si la cita como testigo (y por lo tanto, con la obligación de decir la verdad en todo lo que conozca y haya participado) o bien directamente como investigada, como pide la Abogacía de Madrid. Sea como sea, Sánchez Acera tendrá que afrontar una serie de preguntas aclaratorias sobre cuándo, cómo y de quién recibió esa carta del abogado del novio de Ayuso reconociendo dos delitos tributarios.
Pero, además, tendrá que explicar por qué las reenvió al socialista Juan Lobato para que las utilizase en la Asamblea de Madrid contra su rival política, la presidenta de la comunidad autónoma.
¿Quién le pidió que lo hiciera? ¿Quién más estaba al tanto de dicha información entonces? ¿Cómo es posible que entre su mensaje a Lobato y la publicación de prensa del diario El Plural en la que éste dice apoyarse para interpelar a Díaz Ayuso hubiese más de media hora de diferencia, 37 minutos para ser exactos? ¿Se envió al medio la carta desde Moncloa para proporcionar a Lobato una coartada con la que estuviese «más respaldado»? ¿Por qué las capturas aportadas por el ex líder del PSOE de Madrid están desordenadas: la primera es de las 12:42, la siguiente de las 12:37 y dos más a las 12:38 horas del día en que se registraron?