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El magistrado de la Audiencia Nacional, Francisco de Jorge Mesas, interrogará este miércoles a la subinspectora de Policía Nacional presuntamente víctima de acoso laboral y sexual por parte de su superior jerárquico en la Embajada española en la India, el comisario Emilio de la Calle, consejero de Interior en Nueva Delhi.
La declaración de la subinspectora, fijada por el titular del Juzgado Central de Instrucción Número 1 tras un aplazamiento, llega después de que el comisario De la Calle se acogiera a su derecho a no declarar el pasado 21 de abril.
Pese a su negativa a comparecer, el juez le impuso la prohibición de comunicarse por cualquier vía con la mujer, aunque rechazó, por el momento, la petición de una orden de alejamiento de al menos 500 metros respecto a su residencia y lugar de trabajo, así como su aproximación en territorio español.
La querella admitida a trámite por el propio juez detalla un amplio espectro de conductas presuntamente delictivas: desde acoso (‘stalking’) y acoso laboral (‘mobbing’), hasta delito continuado de lesiones, amenazas, agresión sexual, y delitos contra la intimidad y acoso sexual.
El escrito judicial, que arroja luz sobre un escenario de aislamiento y abuso, narra cómo, desde el 30 de julio de 2024, la subinspectora compartía oficina con De la Calle en la Embajada española en la capital india, en un ambiente de total privacidad y sin más personal.
Según la querella, el comisario, «prevaliéndose de ese ambiente íntimo que le generaba una sensación de impunidad y de su posición jerárquica», habría desplegado «numerosas conductas delictivas» contra ella.
CONTROL SISTEMÁTICO Y ‘MOBBING’ DESPIADADO
La representación legal de la subinspectora, a cargo de los letrados Álvaro Bernad, Verónica Suárez, Napoleón Cánovas y Juan Antonio Frago, del despacho Frago & Suárez Abogados, expone cómo el comisario «ejerció consciente y deliberadamente un control sistemático sobre la vida privada» de su subordinada.
Esto incluía, según el relato, el control de sus rutinas, la frecuentación de su domicilio y un aislamiento social forzado, fiscalizando con quién podía relacionarse.
La querella detalla que este control se extendía incluso a través de terceras personas, como la empleada de limpieza compartida, a quien el comisario, presuntamente, interrogaba sobre la vida de la víctima.
Un episodio particularmente gráfico se refiere al comentario del comisario, quien «sabía que tenía un ‘Satisfyer’ (un juguete sexual femenino) y le instó a usarlo».
En el ámbito laboral, el ‘mobbing’ habría sido constante: llamadas y mensajes fuera de horario, exigencia de disponibilidad 24/7 —incluso en el baño—, reprimendas desproporcionadas y un reguero de insultos y descalificaciones («cutre», «jeta», «mentirosa», «retrasada mental»).
La situación, según el documento, llegó a incluir amenazas físicas como «te doy una hostia» o «te reviento», y agresiones como collejas o un violento arrastre público en una fiesta diplomática. Las amenazas de «hundir la carrera» de la subinspectora, valiéndose de su poder jerárquico, completaban un cuadro de amedrentamiento sistemático.
LA AGRESIÓN SEXUAL Y LA VIOLACIÓN DE LA INTIMIDAD
El relato de la querella subraya un episodio de agresión sexual en febrero de 2025, tras un desmayo de la víctima por estrés. Al ser acompañada a su domicilio por el comisario, y mientras ella se encontraba indispuesta en el sofá,
De la Calle, «rebasando todo límite y mientras le acariciaba la mejilla, le dio un beso en la comisura de los labios que ella no consintió». Otros comportamientos con connotaciones sexuales, como abrazos o tocamientos en la cintura, sin consentimiento, y «numerosos comentarios con connotaciones sexuales», también se recogen en el escrito.